"Descubre las realidades cotidianas

en su dimensión mas luminosa

y logra encontrar al fin

el verdadero misterio de la sencillez"

20 abr 2010

Texto sacado de www.mangasverdes.es

Vomitar es muy fácil. Basta con desear deshacerte de algo, ya lo estás vomitando casi sin darte cuenta. La decisión misma ya es un vómito. Recuerdo, por ejemplo, a un hombre que deseó dejar de pensar y cuando se levantó una mañana descubrió que había vomitado su cerebro. También el joven que quiso dejar de amar, pero no a nadie en concreto, una vez, sino a todos sus amores, siempre; y comenzó a vomitar una noche y no paró ya hasta ver esparcido su corazón sobre la hierba.Me viene a la memoria también la pintora atormentada por sus fracasos; creyendo imposible ya el éxito, vomitó todo su talento el mismo día que el reconocimiento llamaba a su puerta. Y el gnomo del valle verde, que vomitó caramelo y luz de hada, harto ya de tanto unicornio y tanta fantasía. Pero quizás el caso más claro, y también el que más me ha impresionado, es el de la niña que llego a vomitarse a sí misma; harta de ser, de pensar, de amar, de fracasar, de soñar, de vivir, de crecer…
Vomitar es muy fácil, como ves. Lo difícil es llenarse de uno mismo y confiar en su propia esencia. Es algo que sólo está al alcance de pocos, de muy pocos...

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